Para aquellos no iniciados que se plantean jugar su primera sala de escape room significa un mundo atreverse a estrenarse en un tipo de ocio tan particular, y adictivo. Son miles de excusas las que nos obstaculizan la entrada a un juego, hemos escuchado muchas, e incluso en su momento, también utilizamos alguna (no para no jugar, si no para excusarnos si metíamos la pata). Vamos a exponer las más escuchadas y a intentar romperlas para que aquellos que quieren jugar por primera vez lo hagan sin preocupaciones (preocupaciones fuera del juego, claro).

 

1º Soy tonto y voy a hacer el ridículo.

Aquí hay varias cosas que comentar, es una frase muy utilizada y hay que desglosarla con cuidado. Para empezar, nadie es tonto por entrar en una sala, el empezar en un mundo de ocio como este es ser valiente, es dar un paso hacia algo que nos parece extraño y desconocido, y eso es ya digno de reconocer. Y es un reto.

Hay mucha gente que se ha atrevido a cruzar la puerta, y hablo de gente en general porque en este caso no importa ni la edad, ni el sexo, ni físico, ni religión, ni ningún atributo de la persona. Hay salas para todos los gustos, porque de eso van las salas, como si se tratara de un género de un libro o una película, vivir en primera persona una aventura que no se volverá a repetir. Debemos tener en cuenta que una escape room es como un examen que pone a prueba gran parte de nuestras habilidades físicas y mentales.

Ser un poco torpe en la vida, aparte de ser cosa normal, que todos tenemos nuestro toque, no impide jugar una sala.

De hecho, hay mucha gente que entra diciendo esto y descubre que tienen agilidad mental para desarrollar soluciones, o un tipo de pensamiento creativo para resolver puzles, o que en realidad es un gran líder y tira del carro y organiza a su equipo. Desde luego, no lo vas a saber si no lo pruebas, quizás esta sea la primera conclusión.

En cuanto a hacer el ridículo, bueno, creo que en la vida fuera del juego, en algún momento todos hemos hecho el ridículo. Pero quizás este ridículo sea diferente, puesto que estás inmerso en un juego, en una historia, con tu grupo (sean familiares o amigos, que a veces es peor hacer el ridículo frente a ellos, que luego te lo recuerdan toda la vida), y donde muchas veces es obligatorio equivocarte para estar más cerca de la respuesta correcta.

 

Todos los que jugamos hacemos el ridículo, sea porque nos equivocamos en alguna respuesta, en alguna idea, o en no ver algo muy evidente que tengamos frente a los ojos. ¿Y qué? ¿No nos enfrentamos a un juego para resolver? ¿Para probar? Es prácticamente imposible no equivocarse en algún momento o decir algo sin sentido (aunque muchas veces ese sinsentido da pie a alguna idea genial). Hasta los más experimentados se equivocan y hacen el ridículo.

No queremos eliminar la ridiculez de los juegos, porque forma parte de ellos, pero es un ridículo divertido y amigable, una parte más de nuestra historia una vez finalice el juego y que se convertirá en un buen recuerdo. Y lo decimos bien claro, hacemos el ridículo y metemos la pata muchas veces en las escape room.

2º No voy a salir a tiempo.

Nuestro amado y odiado tiempo. Cuando nacemos es un don, somos ricos en tiempo, y vamos empobreciendo poco a poco.

El tiempo no es el mayor problema en una sala. Es un obstáculo más a superar. El tiempo estipula el tiempo disponible que tenemos para resolver un juego, es una limitación. ¿Qué limita? El acabar una escape room. Ese es el objetivo primero de la escape room: resolver todos los juegos. Bien es verdad que una definición generalizada de una sala de escape es “resolver todos los juegos en un tiempo determinado”, sí, pero en primer lugar va el “resolver todos los juegos”.

En ocasiones terminamos todos los acertijos con algún segundo de más, solo si el GM, ese Gran Hermano todopoderoso nos lo permite, pero eso significa que estamos rozando el notable. Hacer una sala en el tiempo determinado forma parte del examen que antes decíamos, no es un simple aprobado, es un notable. Tened en cuenta que nos estamos enfrentando a un reto que alguien nos ha propuesto, y que no va a ser fácil. Está hecho para eso, para que cueste, para que sea difícil. Cada sala tiene una dificultad, eso es verdad, por eso se recomienda empezar por alguna que nos permita estrenarnos e ir cogiendo soltura.

No decimos que no nos preocupemos del tiempo, decimos que lo tenemos que usar a nuestro favor como medida, no como obstáculo. Cómo debemos usar el tiempo en nuestra vida real, sin más.

3º Que me encierren una hora en una habitación es una tontería.

Bien, por qué no, es una opinión. Venida, en su totalidad seguramente, por no haber jugado nunca (respetando aparte temas de claustrofobia y similares). Nos encerramos en un cine, un restaurante o en una discoteca, ¿y es extraño encerrarnos en una escape room?

Sigue siendo como encerrarnos en una película, en un libro y la mayoría de las veces, en una obra de teatro. El encerrarse en una sala de escape es totalmente necesario para la inmersión, para la concentración, para disfrutar de los detalles, la decoración y el juego. Es indispensable para lograr que el efecto que se ha diseñado para los jugadores llegue con toda su potencia. Una hora u hora y cuarto no es un tiempo excesivo para la cantidad de trabajo que nos da un juego (ya lo hemos mencionado antes, a veces quisiéramos tener más), o simplemente para admirar el decorado. El hecho no es encerrarse en una habitación, es querer que te encierren para enfrentarte al reto y salir victorioso. Y al acabar, buscar otra sala, que nos vuelvan a encerrar.

 

¡Si te gustan este tipo de juegos, seguiremos hablando de ellos y de muchísimas cosas más en nuestras próximas entradas del Blog y redes sociales!

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